¡Lo lograste! Después de años de trabajar 80 horas por semana, sobreviviendo del café de la sala de descanso, galletas saladas y un torrente aparentemente interminable de páginas, te encuentras al final de la residencia. Ahora que puedes ver la luz, probablemente te estés preguntando qué pasa después de la residencia.
Aunque cada quien hace su propio camino, aquí hay cinco experiencias que puedes tener al terminar la residencia:
1. Es posible que te sientas desorientado.
Es normal sentir que no tienes todo resuelto cuando terminas la residencia. Durante la residencia, cuentas con una estructura formada por médicos asistentes, mentores y directores de programa que se aseguran de que adquieras todas las herramientas necesarias para practicar la medicina de manera independiente. Sin embargo, al terminar la residencia tú mismo tendrás que hacerte cargo de tu propia educación. También serás responsable de estudiar y aprobar los exámenes de las juntas médicas, así como de cumplir con los requisitos de educación médica continua para conservar tu licencia.
Aunque esto puede resultar abrumador, las mismas habilidades a las que te has acostumbrado durante tu formación te serán útiles al concluirla. ¿Mi mejor consejo? Mantente al día sobre las directrices clínicas de tu especialidad, busca casos o presentaciones inusuales y escucha podcasts médicos o conferencias para ampliar tus conocimientos. Todo esto es tan importante para mantenerte al día después de la residencia como cuando estabas aprendiendo el material por primera vez.
Las mismas estrategias que usé para tener éxito en la residencia me mantienen activo como aprendiz de por vida.
2. Podrías acabar trabajando mucho menos, al menos en relación con lo que estás acostumbrado.
Para el residente promedio, la norma es trabajar 10 o 12 horas diarias, 6 días a la semana. Podrías pasar de este tipo de horario a un trabajo hospitalario con 7 días seguidos de 7 días libres, o a trabajar en una clínica ambulatoria entre las 9 am y las 5 pm, con fines de semana libres. Mientras que el tiempo que pasas físicamente en el hospital o la clínica puede ser menor que antes, podrías encontrarte lidiando con el papeleo, la enseñanza o el estudio durante tus «horas libres». También podrías tener que responder preguntas de pacientes o residentes que supervisas desde casa, dependiendo del tipo de trabajo que elijas. Para mí, establecer límites y expectativas claras conmigo mismo, con mis pacientes y con mis colegas fue esencial para lograr un sano equilibrio entre la vida laboral y personal. Desde el principio, debes ser claro con tu personal y colegas en cosas como ponerse en contacto contigo fuera de horario, cuándo llamar para hacer preguntas y quién te cubrirá cuando no estés disponible.
3. Es posible que ganes mucho más dinero.
Mientras que el residente promedio en Estados Unidos podría estar ganando entre USD $55 y 65 mil cada año, un nuevo médico tratante puede ganar cuatro veces esa cantidad –o más, dependiendo de su especialidad. Este ingreso más alto a menudo está acompañado de mayores gastos en forma de pagos de créditos estudiantiles, mudarse a una nueva ciudad, pagar por una licencia médica, y la preparación para la junta. Si bien es emocionante ver que tu trabajo está (finalmente) rindiendo, es importante presupuestar cuidadosamente tus nuevos ingresos para evitar gastos excesivos. Evitar la compra de artículos ostentosos, como un coche nuevo, un barco o una casa enorme, puede ayudarte a pagar tus préstamos más rápido y a mantener la seguridad financiera mientras te ajustas a tu nuevo papel. Hablando de ese nuevo papel…
4. Podrías encontrarte en busca de un nuevo trabajo.
Mientras algunos residentes permanecen en el hospital donde hicieron su entrenamiento, la mayoría se irá a trabajar a otra parte, o al menos desempeñarán un papel diferente del que solían tener. Durante la residencia, aprenderás mucho sobre cómo ser un buen médico, pero bastante menos sobre cómo buscar trabajo, escribir un CV, hacer networking o renegociar un nuevo contrato.
Cuando termines la residencia, es probable que te esté esperando un nuevo trabajo, ya sea que vayas a emprender una subespecialización por medio de una beca, que tengas un nuevo puesto como empleado del hospital, o que estés por iniciar una práctica independiente. Asegúrate de entender todos los detalles de tu contrato antes de firmarlo, incluyendo cómo se calcula tu pago, cuántos pacientes se espera que veas diariamente, y qué tanto (si es el caso) se espera que estés de guardia. Para mí, esto implicó contratar un abogado para que revisara mi contrato y señalara cualquier irregularidad que necesitara atención.
Si todavía no encuentras un nuevo trabajo, o no estás seguro de dónde buscarlo, ¡no hay problema! Las ferias de trabajo presenciales o en línea son un gran lugar para comenzar tu búsqueda. Además, preguntar en el departamento de recursos humanos de los hospitales de la ciudad que te guste puede ser una excelente manera de ponerte en contacto con reclutadores médicos. Si lo que deseas es tener tu propio consultorio, conectar con consultorios médicos o con la sociedad médica local puede ser la introducción perfecta a alguna oportunidad que sea adecuada para ti.
5. Quizá tengas que reinventarte.
Con tanto tiempo invertido en la residencia, podrías encontrar que las actividades en las que solías participar regularmente han quedado atrás. Puede que incluso te hayas dado cuenta de que la medicina ya no te interesa como carrera, o que la especialidad que elegiste no es para ti.
En los momentos más difíciles de la residencia, me pareció útil releer mi declaración personal ante la escuela de medicina. Si estás cuestionando tu especialidad o carrera, recuerda qué fue lo que te atrajo originalmente a la medicina. ¿Era la enseñanza, o la oportunidad de usar la ciencia para ayudar a la gente? Tal vez podrías utilizar tu título para convertirte en profesor invitado o investigador clínico. ¿Te motivó el médico que te atendió cuando sufriste una lesión deportiva, o el que dirigió tu viaje voluntario de misión médica? Tal vez podrías ofrecerte como voluntario con un equipo deportivo local, o integrarte en una clínica gratuita. Tomarte el tiempo para reconectar con lo que te apasiona podría ser perfecto para recuperar tu sentido de dirección y recalibrar tu trayectoria profesional.
Como sucede en cualquier momento de transición, el final de la residencia puede ser algo emocionante y desafiante a la vez. Doctor, asegúrese de celebrar sus logros: ¡Se lo ha ganado!