En mi primer día en el anfiteatro de anatomía, hicimos una ceremonia en señal de respeto a los cuerpos que se alineaban en la habitación. El aire se sentía espeso, no solo por el olor acre del formol, sino porque era difícil creer que delante de nosotros, debajo del plástico azul, estaba una persona que había vivido y respirado. Esto iba mucho más allá de las ranas que habíamos diseccionado en el laboratorio de biología. Pero no fue eso lo que hizo que el anfiteatro de anatomía fuera tan diferente de las demás clases de medicina.
¿Qué es la disección humana?
Los cadáveres humanos han sido parte de la educación médica desde hace muchos años. Para aquellos que no lo saben, los estudiantes de primer año de medicina comienzan sus lecciones de anatomía viéndose cara a cara con un cadáver. Muchos estudiantes lo consideran un rito de paso debido a los desafíos físicos, mentales y emocionales que lo acompañan, especialmente al principio.
Mi primer día comenzó con una oración. Era nuestra forma de rendir homenaje a nuestros “donantes” y de darles las gracias por lo que nos podían enseñar.
He oído historias de personas que se desmayan o vomitan el primer día en el anfiteatro de anatomía. Admito que me preocupaba convertirme en una de ellas. Después de todo, nunca había estado tan cerca de un cuerpo sin vida.
Pero, una vez que retiré el plástico azul que cubría a nuestro paciente, no sentí mareos ni náuseas. Esto fue en parte porque nuestra escuela usaba una solución de formaldehído que tenía un olor a menta. Además, estaba consciente de que esto era algo por lo que teníamos que pasar. Sin embargo, eso no significa que no me haya inquietado.
¿Por qué es tan inquietante?
Es fácil sentirte nervioso en tu primer día, tal como me pasó a mí. De la misma manera que los funerales son eventos extraños, ver cuerpos muertos provoca sentimientos de miedo y ansiedad. Nos hace conscientes de nuestra mortalidad y nos sumerge en una pequeña crisis existencial.
Muchos nos preguntamos quiénes eran esos cadáveres antes de morir. Por temas de confidencialidad, los cuerpos no suelen tener marcado su nombre ni ninguna información que permita identificarlos. Por lo tanto, es difícil imaginar que el cuerpo que tenemos delante haya sido una persona. Podemos preguntarnos qué clase de vida tuvo, cómo era, o por qué murió. Muchas de tus preguntas sobre el paciente quedarán sin respuesta.
Lo que más me afectó fueron las pequeñas señales que me iban mostrando cómo fue su vida. Mi cadáver era el de una señora mayor, fumadora crónica, que tenía el hígado agrandado. Otros cadáveres presentes también tenían historias interesantes. Uno estaba lleno de tatuajes que representaban un popular juego de cartas. Otro tenía una bala alojada en el tórax.
De alguna manera, estos indicios de su humanidad me recordaban que esto había sido una persona. Había significado algo para alguien, y tenía mucho que enseñarnos a medida que transcurría el año.
Retos del anfiteatro de anatomía
Hay muchos retos físicos y emocionales en el anfiteatro de anatomía. He aquí algunos desafíos que encontré en mi primer año:
- El olor. Honestamente, esto es algo a lo que no podía acostumbrarme. Con el paso del tiempo, los cadáveres huelen peor. Tengo un fuerte sentido del olfato, así que, apenas detecté el formol, me empezó a picar la nariz y comencé a lagrimear. Si esto también te sucede a ti, intenta salir un poco para tomar aire antes de continuar.
- El esfuerzo físico. Una de las primeras cosas que aprenderás es que los cuerpos conservados son mucho menos blandos y flexibles de lo que piensas. Retraer, cortar y limpiar es muy cansado. En mi escuela, las sesiones en el anfiteatro de anatomía tomaban toda la tarde. Mi cadáver tenía sobrepeso, así que había mucha grasa por limpiar antes de llegar a los músculos que teníamos que estudiar. Nos tomó dos sesiones hacer eso, y para entonces estábamos demasiado exhaustos para estudiar los músculos.
- Compartir con un grupo. No es fácil conseguir cadáveres. Son caros y provienen de donantes o cuerpos que después de algún tiempo nadie reclama. Así que, durante algunos años, la escuela solo tenía unos cuantos cadáveres, mientras que otras tenían mucho con qué trabajar. De cualquier manera, es algo que harás en grupo, pero no muchas personas pueden colocarse alrededor de la mesa de disección a la vez.
- Variantes anatómicas. ¿Sabías que el palmaris longus está ausente en el 1.5%–63.9% de la población, dependiendo de su lugar de origen? No todos tenemos el mismo cuerpo y lo que ves en los libros puede no ser igual en los cadáveres que encuentres.
- Permanecer limpio, estéril y seguro. Como puedes suponer, trabajar en un cadáver no es lo más limpio del mundo. Por lo tanto, necesitas asegurarte de usar guantes, lavarte las manos y desinfectar el área cuando hayas terminado. Algunos compañeros de clase se cortaron accidentalmente con bisturíes usados y otros instrumentos afilados. Sigue los protocolos de seguridad de tu anfiteatro y no tendrás problemas.
- La barrera emocional. Es difícil superar la idea de cortar a alguien que alguna vez fue una persona. Hay quien dice que le preocupa que la experiencia lo insensibilice hacia la muerte. A otros les preocupa utilizar un cuerpo humano como auxiliar de aprendizaje. Si bien esta práctica permite a los estudiantes conocer el cuerpo humano, existe la posibilidad de volverse inmune ante la importancia emocional de tratar con otro ser humano.
Estudiar medicina nunca fue tan fácil.
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Cadáveres vs simuladores
Aunque el anfiteatro de anatomía ha sido parte importante de la educación médica durante años, las escuelas están comenzando a usar modelos electrónicos en lugar de cadáveres reales. Aunque los cadáveres electrónicos son tema de mucho debate, las escuelas de medicina los están adoptando lentamente. ¿Por qué? Esto se debe a que el uso de cuerpos conservados tiene límites. Muchos son viejos y algunas estructuras no tienen el mismo aspecto que en un paciente vivo o son muy difíciles de encontrar.
Las simulaciones están diseñadas para ser más fáciles de usar, con estructuras más fáciles de apreciar, mientras que los órganos de los cadáveres pueden resultar lesionados, o es más difícil aislar e identificar ciertas estructuras. El uso de cadáveres virtuales permite a los estudiantes ver las estructuras sin la tensión física asociada al anfiteatro de anatomía.
Sin embargo, muchos afirman que la experiencia del anfiteatro de anatomía es única e irremplazable. Aunque no se trate de una persona viva, la sensación de cortar para encontrar, identificar y saber distinguir la diferencia entre las estructuras anatómicas es algo que no se puede sustituir con una simulación virtual. Especialmente para los estudiantes que planean entrar en una “profesión de corte”, como cirugía, obstetricia u otorrinolaringología, se trata de una experiencia muy significativa. Aunque se puede aprender más por medio de un cuerpo virtual, las diferentes historias que nos contaron los cadáveres que diseccionamos mis compañeros de clase y yo nos ayudaron a ir más allá del aprendizaje. Seguiré viendo estos cuerpos como personas que me enseñaron lecciones muy especiales.
Cómo sacarle el máximo partido
El anfiteatro de anatomía es algo que solo ves en tu primer año. No es mucho tiempo, a pesar de la cantidad de información que necesitas aprender. Por eso, hay que sacarle el mayor provecho a la experiencia. A continuación, encontrarás algunos consejos para empezar:
- Prepárate emocionalmente. Los primeros días pueden ser extraños. Como ya dije, estar en paz con la experiencia de diseccionar a una persona no es algo sencillo. Asegúrate de leer artículos como este, y habla con compañeros de años más avanzados sobre cómo pudieron hacerle frente. Si sientes que es más de lo que puedes manejar, ponte en contacto con tu consejero escolar.
- Ten listo un atlas, y léelo de antemano. El atlas te guía a través de las complejidades del cuerpo humano. Mis compañeros de clase utilizaron varios libros y aplicaciones anatómicas en sus teléfonos y tabletas. Usa lo que te sea más cómodo. Sin embargo, ten en cuenta que hay algunos profesores de anatomía que prefieren utilizar un atlas específico.
- Trabaja en grupos pequeños. Como se mencionó anteriormente, es agotador trabajar en un cadáver durante horas. Echa mano de tus compañeros de grupo. Establezcan turnos para descansar y trabajar. Incluso pueden asignar funciones específicas. Por ejemplo, nosotros teníamos alguien que cortaba el cadáver, alguien que consultaba el atlas, y alguien que etiquetaba las partes con alfileres o cordeles.
- Familiarízate con los demás cadáveres en el anfiteatro. Cada ser humano es diferente y siempre habrá variaciones anatómicas. Pide a tus compañeros de clase que te enseñen lo que han encontrado en sus cadáveres, y haz lo mismo por ellos.
- Correlaciona la ubicación y la función de una estructura. Gracias a la evolución, el cuerpo está diseñado para trabajar de la manera más eficiente posible. Por lo tanto, la forma sigue a la función. Por ejemplo, cuando se estudian los músculos, su acción suele estar relacionada con su ubicación, inserción y origen. No olvides examinar los síndromes comunes que se manifiestan cuando se lesiona una parte específica del cuerpo.
- Respeta el cuerpo del “donante”. A medida que pasa el tiempo, nos olvidamos fácilmente de que estamos tratando con seres humanos. Podría ayudar tener ceremonias conmemorativas donde se den muestras de respeto al cadáver. En nuestro grupo solíamos orar e incluso dejar flores al lado de la mesa. Eso nos ayudaba a estar conscientes de que estábamos tratando con una persona.
Reflexiones finales
El anfiteatro de anatomía puede ser un gran desafío, y es una parte importante de tu paso por la escuela de medicina. Implica salir de tu zona de confort; pasar de aprender en los libros a aprender en personas de carne y hueso. Es incómodo al principio, pero hay maneras de hacerle frente y de sacarle el mayor provecho a tu primer encuentro con un paciente. Finalmente, verás que la belleza del cuerpo humano y su funcionamiento estarán entre las mejores cosas que encuentres en la escuela de medicina.