¿Qué es el síndrome del impostor?
La expresión “síndrome del impostor” fue acuñada por Suzanne Imes y Pauline Rose Clance en 1978. Se define como un “sentimiento de desconfianza en las propias habilidades y logros, a pesar de las muestras de capacidad y las credenciales adquiridas”.
Muchas personas sufren el síndrome del impostor, que está especialmente extendido entre los que trabajan en el campo de la medicina, según un artículo de la revista Family Medicine. Muchos estudiantes de medicina y residentes médicos pueden sentirse escépticos ante su propia capacidad de realizar tareas, incluso después de muchos años de escuela y entrenamiento. Se han reportado altas tasas de depresión, ansiedad y agotamiento entre los estudiantes de medicina, especialmente aquellos que buscan la perfección y olvidan la autocompasión.
Para algunos estudiantes de medicina, el síndrome del impostor puede provenir de estar rodeado de compañeros que parecen perfectos y cuyas habilidades e inteligencia aparentemente no requieren esfuerzos. Esto acarrea pensamientos como: ¿Soy lo suficientemente bueno para la escuela de medicina? ¿Soy lo suficientemente inteligente para esto? ¿He cometido un error? ¿Mi lugar está aquí?
DETENTE.
No has trabajado para llegar aquí solo para caer en una espiral de dudas sobre ti mismo o para cuestionar tu propia valía. Todo mundo tiene algo que aportar, pero a veces lo olvidamos cuando dejamos de creer en nosotros mismos. Percibirte como un impostor es perjudicial para tu salud física y mental, lo que agrega otra carga a la jornada, de suyo estresante, de la escuela de medicina. Estos sentimientos de inadecuación pueden afectar tu confianza y tu juicio, lo que hace difícil que puedas desempeñar tu papel de atención al paciente de forma independiente y, posiblemente, te cause agotamiento.
Es importante encontrar métodos saludables para comprender y reconocer el impacto negativo del síndrome del impostor.
Formas de manejar el síndrome del impostor
Háblalo con alguien
Hablar con un terapeuta o con una persona de confianza puede ayudar a aliviar la frustración de sentirse fraudulento. Expresar tus preocupaciones y sentimientos a alguien que te conoce muy bien puede ayudarte a sentirte apoyado y entendido. Acercarte a personas en las que confías te puede ayudar a afirmarte cuando dudas de ti mismo. Hablar con un terapeuta puede ayudarte a explorar lo que estás sintiendo y a desarrollar estrategias para reconocer que estás cayendo en la mentalidad del síndrome del impostor. También puede ayudarte a establecer maneras efectivas de superar esos episodios.
No te compares con los demás
Como C.S. Lewis dijo alguna vez: “La comparación es un ladrón de alegrías”. Comparar los logros de otros estudiantes o médicos con los tuyos puede perjudicar tu bienestar. Las redes sociales ponen los logros de otras personas en el centro de la atención, eliminando tu enfoque en tus propias victorias y disminuyendo tu autoestima. Hay tantos caminos en la medicina, en diferentes escuelas y hospitales; sencillamente, hay demasiadas variables para comparar. Todo el mundo corre su propia carrera, y tienes que mantenerte en tu propio carril para llegar a la meta, como todos los demás. Tu carril puede ser diferente del de los demás, ¡y eso está bien! Sigue adelante y pon lo mejor de ti mismo para llegar a la meta. ¡Enorgullécete de ti mismo! ¡Lo mereces!
Reconoce tus logros
¡No has llegado tan lejos en el camino que te llevará a ser doctor para sentirte ahora de esa manera! La mayoría de las personas que experimentan el síndrome del impostor están en áreas de alto rendimiento, por lo que es lógico que muchos de los que trabajan en el campo médico caigan presa de esos sentimientos. Desde los estudios previos, pasando por la escuela de medicina, la residencia y más allá, hay muchos tropiezos y tribulaciones a lo largo del camino. Haber soportado el proceso ya es un gran logro en sí mismo, además de poder enfrentar cada hito. A lo largo de los obstáculos de la medicina, incluidos los exámenes y la formación, hay una larga lista de logros que puedes contemplar para recordar lo lejos que has llegado y reconocer que estás donde debes estar.
Sé amable contigo mismo
Experimentar el síndrome del impostor puede arrebatarte la autoestima. Los sentimientos de no ser adecuado pueden aumentar cuando cometes errores, aun los pequeños y sencillos. Entonces, debes recordar: ¡Son cosas que pasan! No dejes que la negatividad afecte tu percepción de ti mismo; recuerda también relajarte y darte un palmadita en la espalda cuando las cosas van bien. ¡Acoge la retroalimentación positiva de tus profesores o preceptores, y acepta los elogios de los pacientes! Son recordatorios valiosos de por qué emprendiste este camino que te hace sentir derrotado en esos días en los que parece que tu lugar no está aquí. Hazme caso: ¡Este es tu lugar! Todo es parte del proceso. Confía en él y confía en ti mismo.
No has llegado tan lejos para quedarte aquí
Recuerdo que, durante mi primera rotación clínica en pediatría, el preceptor clínico nos hacía preguntas para mantenernos alerta. Uno de los temas estaba relacionado con la bioquímica, un tema que disfruto y en el que generalmente soy fuerte. El preceptor hizo preguntas e inquirió cómo aplicar clínicamente las respuestas. Me sorprendió con la guardia baja y no pude recordar inmediatamente las respuestas. Quedé paralizada mentalmente y muy disgustada conmigo misma. Una vez en casa, dejé que me inundaran los pensamientos negativos y reviví una y otra vez la sensación de vergüenza.
Al día siguiente, nos hizo más preguntas de bioquímica, relacionadas con la pediatría, que logré contestar correctamente, una tras otra. Incluso mientras respondía correctamente esas preguntas, seguían pesando sobre mí, como una nube negra, las respuestas incorrectas del día anterior, lo que me impedía reconocer mi éxito y mis contribuciones de ese momento.
El preceptor se me acercó y me felicitó por mis respuestas, pero yo hice menos su reconocimiento, diciéndole que todavía estaba molesta por lo que había pasado el día anterior. “Son cosas que pasan”, dijo, palmeándome. “No dudes nunca de lo que sabes; eso te va a revolver la cabeza. No has llegado tan lejos en tu educación para quedarte aquí. Perdónate y ten fe en ti misma”.
Esa frase se ha quedado conmigo.
Debo reconocer que hay momentos en los que he experimentado ataques del síndrome del impostor. Desde entrar en la escuela hasta avanzar del primero al segundo y tercer años, cada paso hacia convertirme en médico me hacía sentir menos adecuada a medida que pasaba el tiempo. Eso venía principalmente de estarme comparando con otros y de la sensación de que no sabía lo suficiente; así ocurrió durante mi rotación.
¡Así es la medicina! No lo sabrás todo en cada momento dado, pero puedes aceptar lo que sabes y no sabes, y eso te hace crecer a lo largo del proceso. Fue más fácil para mí aceptar esto cuando vi que otros estudiantes y doctores se sentían de la misma manera, incluso cuando me daba cuenta de que estaban al tanto de todo. Nadie puede ser realmente perfecto, pero todos podemos dar nuestro 100 por ciento.
No eres un fraude ni un mentiroso. La escuela de medicina no es un error.
El síndrome del impostor puede hacerte dudar de cada movimiento, así que es importante aferrarte a lo que te da estabilidad y recordar por qué emprendiste este camino. Eres totalmente capaz de realizar tu propio trabajo. Todo el mundo comienza en algún sitio en los diferentes campos donde actúa. Crecemos y aprendemos a través de las experiencias de cada día; la medicina es un campo en el cual el aprendizaje nunca se detiene. Está bien tener dudas, pero no dejes que te consuman.
que te consuman.
Estás aquí. Puedes hacer esto. Este es tu lugar.
Tienes lo que hace falta.